Primero pensamos que llevarlos nueve meses en la panza era complejo; después sorteamos el parto y descubrimos que ¡había algo peor! y, cuando ya nos estamos recuperando de las heridas, llega la lactancia, y con ella esos sentimientos encontrados que nos atraviesan como madre.

Tengo cuatro mujeres cercanas que hace dos meses se convirtieron en madres. Cuando les pregunto hasta ahora qué es lo más difícil de la maternidad, todas responden lo mismo: la lactancia materna exclusiva. “No esperaba que la lactancia fuera tan esclavizante y me siento mala mamá cuando por agotamiento doy fórmula…No me sale tanta leche, entonces mi bebé se queda con hambre y me frustra verlo llorar”, me dice una de ellas.

“Nadie te dice que la lactancia materna exclusiva nos mata la espalda y nos morimos de sueño, a tal punto que la bebé termina durmiendo en la cama de los papás. Siempre estamos con olor a leche y transpiras muchísimo”, agrega otra.

La lactancia cuesta tanto porque sabemos que el bebé depende de nosotros para su supervivencia. Y las madres no solo queremos darle la mejor leche que puede tener, que es la materna, sino que deseamos que se llene, duerma (si fuera toda la noche mejor) y que crezca sano. Pero cuando esos factores no se conjugan y empiezan todos a opinar que tu leche no es suficiente, que deberías hacerlo de otra forma o darle fórmula, nos frustramos, entramos en un bajón emocional y en muchos casos abandonamos la lactancia.

En otros, estamos tan presionadas socialmente que creemos que si la lactancia no es exclusiva entonces lo estamos haciendo mal y hay que agotarnos físicamente y mentalmente para lograrlo. Soy prolactancia y alimenté durante dos años y medio a mis dos hijos, pero tuve muchísimos tropiezos en el camino, fue luchar y vivir, como le decíamos con una amiga para tomarlo con humor, una esclavitud láctea. Hoy si tuviera que volver a atrás sería más compasiva conmigo y no me exigiría tanto.

Las madres necesitamos contención y ayuda. Si la lactancia se torna difícil deben saber que hay grupos de ayuda, como La Liga de la Leche, o profesionales dedicadas a asistirlas en el proceso. Y, también, que si pese a sus intentos no lograron establecer la lactancia, no la disfrutaron, y optaron por dar fórmula o combinarlas por trabajo, cansancio, necesidad o decisión propia está perfecto porque de su bienestar depende el de su bebé. (O)